Que nadie se ampare en la costumbre para violentar a una mujer o para limitar los derechos de las indígenas, “los usos y costumbres de nuestra comunidad son nuestra fiesta, nuestra alegría, nuestra lengua materna, nuestra vestimenta, pero no la restricción de la mujer para aportar al desarrollo de esta sociedad”, reclamó Eufrosina Cruz Mendoza, diputada federal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), oriunda del municipio de Santa María Quiegolani, Oaxaca.

Al ser entrevistada con motivo de la presentación de su libro Los sueños de la niña de la montaña, comentó que a los 27 años de edad ganó la presidencia de su pueblo, pero no la dejaron gobernar porque era mujer. “En ese momento supe que, para cambiar mi vida y la de las mujeres indígenas, debía transformar las leyes de mi país, comenzando por la Constitución”, señaló.

Desde entonces, subrayó la legisladora priista, comenzó su lucha para que los pueblos indígenas y afromexicanos no sean tratados como menores de edad y que las mujeres dejen de ser consideradas como personas de segunda. “Lo que más me enorgullece de este libro es que a través de él puedo enviarles el mensaje a las niñas de que tienen derecho a ser quienes quieran ser, como lo hizo esta niña de las montañas”.

La política oaxaqueña, primera mujer indígena en presidir el Congreso Local de su entidad natal, expresó que bien vale la pena desafiar las reglas y las imposiciones de la sociedad, y aseguró que seguirá trabajando para ayudar a romper paradigmas, especialmente en las comunidades indígenas, donde los usos y costumbres limitan el desarrollo de la población femenina.

Resaltó que en su obra relata sus vivencias, vicisitudes y retos que la llevaron al lugar donde ahora se encuentra en el ámbito político, desde el que aspira a seguir impulsando los cambios que demandan las mujeres en defensa de sus derechos.

La representante de la bancada del PRI en San Lázaro acotó que aborda temas como la violencia de género, el aborto y el feminismo. Respecto a este último opinó que éste debe encaminarse hacia la lucha por la defensa de los derechos de las mujeres y lamentó que sea un concepto que apenas se va asimilando en la sociedad.

Confesó que escribirlo no fue un proceso fácil, pues tuvo que desnudar el alma y el corazón, además de revelar sus rebeldías, frustraciones, dolores, soledades, aunque también sus alegrías. “En el proceso entendí que estaba escribiendo la historia de miles de mujeres”, dijo.

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